domingo, 10 de diciembre de 2017

La mochila naranja

La de la mochila azul, la de ojitos dormilones, me dejó gran inquietud... y bajas calificaciones.

De esta guisa musical me levanto hoy. ¿Han reconocido la canción, verdad? Si no, afortunados ustedes, por lo jóvenes que son. Pero antes de darme al bel canto en versión ¡viva México!, así, recién levantado de la cama, les diré que he tenido mi cada vez más típico momento matutino de deshoje de la margarita:

-"Salgo a correr. No salgo a correr. Salgo a correr. No salgo a correr..."

Tras un tira y afloja de cuidado entre Dora y... Dora -en estas elucubraciones Chispa no suele opinar-  he decidido salir a correr, pero con cara de pocos amigos y en plan "pues ahora voy y corro despacio". Es que, de verdad, no sé lo que me pasa últimamente pero no hay manera. Salgo a correr con muy pocas ganas y con mis ojos verde-pardo-marrones con un 20% de abertura visual. Y encima, no se pierdan las gélidas temperaturas que reinan por estos lares. Lo único que apetece es quedarse a la lumbre de la chimenea. Ah, no, que no tengo chimenea. Pues nada, a correr...

- "Madre del amor hermoso. Pero, ¿qué necesidad hay de que haga tanto frío?"



Pero al final siempre pasa lo mismo. Sobre la marcha te vas calentando. Con la música te vas viniendo arriba y, entre inclinación de cabeza e inclinación de cabeza -así nos saludamos los runners majos por aquí-, de repente te da un subidón y te ves esprintando; esprint éste, tampoco nos engañemos, que dura un suspiro porque Dora enseguida se pone a gritar:

- "Pero chico, ¿dónde vas? ¡Echa el freno!"

Total, que de regreso a casa, de repente me veo entonando, o por lo menos lo que uno considera entonar, la famosa ranchera con la que comenzaba el post. Y es que, no sé si recordarán mis queridos lectores surrealistas que la semana pasada les dejé allá por finales del año 2015 d.C., con un Windsor atado de aquellas maneras a mi cuello y entrando en mi nuevo lugar de trabajo, entre flores, fandanguillos y alegría, con una mochila naranja al hombro, moderna y rejuvenecedora como ella sola. Pues se conoce que ni moderna, ni rejuvenecedora. Iluso de mí. Seguiré comiendo arándanos.

Ese mismo fin de semana, mi primer fin de semana perdido en la city, la querida secretaria del jefe del reino -una Diosa del glamour y la elegancia- me llama desde vaya usted a saber qué maravilloso lugar de Alemania, porque había visto una mochila negra para ordenadores portátiles ideal y que si quería que me la comprara. Cualquiera le decía que no. A día de hoy pienso que la llamada fue de cortesía y que la fantástica mochila de ejecutivo wannabe estaba ya comprada.

Mi querida mochila naranja había sido desterrada. Una semana había sobrevivido ella a las trifulcas de palacio. Pues nada, la utilizaré para ir al PlusPlus. A ver si la semana que viene les escribo de verdad por fin sobre mi querido PlusPlus.

He aquí la mochila naranja.

En fin, que el jueves de la semana pasada fue el último día en palacio de mi querida "Diosa del glamour y la elegancia". Un día muy triste. Esta Diosa jugó hace dos años un papel fundamental en la integración de este españolito en la city y en un mundo nuevo y totalmente desconocido que se abría ante mis ojos verde-pardo-marrones. Pero por circunstancias que no vienen a cuento, la susodicha, toda una institución de mi empresa, abandonó el juego la semana pasada tras 37 años de trabajo y total dedicación.

Pero bueno, como uno es optimista de nacimiento y por vocación, decidí hacerle mi particular homenaje, saltarme la legislación del destierro vigente y regresar a palacio con la mochila naranja. Hace dos años esa misma mochila llegó vacía, una semana después la desterraron y dos años después regresaba llena de risas y aventuras, algunas de las cuales les iré desglosando en este indiscreto blog.

Sobre la "Diosa del glamour y la elegancia" no se preocupen porque sigue vivita y coleando y volverán a saber de ella. Qué me gusta utilizar el término colear...

Feliz segundo domingo de Adviento a todos. Pero, ¡qué ganas de Navidad y de E'pañaaa, por favor!

Hasta la semana que viene.



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